Hoy celebro a mis queridas pacientes que han aprendido a amar y cuidar sus cuerpos y disfrutarse a sí misma, más allá de expectativas ajenas y estereotipos.
Celebro también a las que, muy valientemente (ser valiente es avanzar a pesar del miedo), están caminando hacia allá, en una ruta que es a veces tan dolorosa.
Celebro también a las que aún miran ese camino de lejos, pero vamos pa allá de la mano.
Celebro a las que logran vivir y gozar su identidad y a las que aún necesitan estar refugiadas en su lugar seguro, en ese que llaman “el closet”.
Celebro a las que les dijeron que no eran mujeres, que las nombraron como hombres y hoy transitan para ser felices y libres (mi más grande admiración para ellas).
Celebro a las que, pese a sus historias dolorosas, siguen soñando.
Celebro también a las que sienten que perdieron la esperanza y hoy necesitan reparar en un lugar seguro y amoroso.
Celebro a las que cada semana llegan a la consulta o prenden su cámara, porque ese es su gesto de amor y cuidado hacia sí mismas.
Celebro a sus mamases, muchas de ellas confundidas, enrabiadas, otras impacientes, cariñosas, unas criando acompañadas y otras muy solas, otras asustadas, otras compañeras, otras frustradas, unas incondicionales y contenedoras y muchas de ellas finalmente humildes ante la adolescencia de sus hijas, que a veces duele (a veces mucho) y otras las llena de orgullo y ternura.
Libertad, felicidad, fuerza, amor propio y derechos para todas mis pacientes, sus madres, para mi, mis hijas y todas las mujeres...